martes, 16 de mayo de 2017

GC II, menos fisuras

Llegamos con muchas ganas y directos nos fuimos a realizar el cresteo de la Candelilla (Ayacata). Partimos cerca del bloque de cemento que marca el antigüo kilómetro 68, de ahí bordeamos el bloque mayor (ver croquis) y fuimos en dirección al pie de vía por una senda que se pierde entre los matujos que esquivamos como podemos, pero una vez con la vía sobre nosotros, cuerda que te pego y pa’lante. 
Algún clavo nos marca que estamos en la línea correcta, avanzamos con cautela pues en algunas zonas la piedra quiere irse contigo, la reunión buena con parabols y cómoda, el segundo largo avanza en línea y aunque perdemos de vista al compañero oímos su grito de reunión. En la salida de la 2ª tenemos dudas y…. tomamos el camino equivocado, cogemos a la izquierda cuando deberíamos salir a la derecha, 

con una primera parte de fisura ancha, en la que me encuentro que no puedo proteger con nada, y la piedra no es tan compacta, por lo que prefiero seguir a destrepar, cuando finaliza ésta, paso a un canal muy abierto donde ya puedo meter algo, y continúo con mis dudas de por dónde va la vía. Subo una parte, pero no veo claro que por ahí sea, además no hay dónde proteger y el último cacharro lo tengo bastante abajo, así que destrepo con cuidadín. Después de trabajar con una de las cuerdas que se había quedado enganchada en una pequeña fisura y cansada, decido montar una reunión con friends para que los compañeros suban y decidamos hacia dónde. Nos damos cuenta que efectivamente deberíamos haber cogido hacia la derecha en la 2º reunión, la vía va algo más abajo, pero desde allí podemos conectar casi en diagonal lo que para nosotros es la 4ª reunión y conseguimos encontrarla. 

De ahí, ya desencordados hasta el rápel. A partir de aquí una sucesión de escaladas fáciles con algún rápel más y cresteos. Una bonita mañana donde algunos se recrean con sus cumbres conseguidas ¡ey! ¿y el Nublo? Faltas tú, jajajaja.


A la mañana siguiente, dejamos el campamento Bailico, nos equipamos para la vía Luley, cacharros grandes y pequeños, fifis, estribos, etc, etc, 

La aproximación la realizamos por intuición, cuando llegamos a la base de la pared comenzamos a trepar sin encordarnos (III y IV) en busca del diedro escondido. 


A pesar de ser grados fáciles andamos con pies de plomo, la zona tiene mucha piedra rota y no conseguimos llegar hasta el ansiado diedro. Ahora sólo vemos la opción de salir por un pequeño canal descompuesto, por la izquierda tampoco le vemos color, así que iniciamos una pequeña avanzadilla para comprobar que si tras solventar el canal podemos girar e ir hasta el diedro, pero tampoco vemos la cosa segura pues no hay donde meter, así que viendo la hora que se nos ha echado encima, decidimos bajarnos montando un rápel de fortuna.


Ahí queda nuestro primer intento, y como los muchachos se quedaron con ganas, pues pa’ la vía Bayley a soltar la adrenalina de la pendiente, jeje. Yo me quedo con mi Green, que ésta broquitis ya no me da pa’ más.


Otro día más y Tamadaba nos deja un día hermoso para escalar, el único inconveniente es encontrar las vías, después de andar de un lado para otro, conseguimos el andén que buscábamos y entonces la locura, ¡a disfrutar!, sombra, calor, vía va, vía viene, saca chispas y así hasta el oscurecer. Un lugar encantador donde las vistas son increíbles.



Nos quedaron muchas cosas pendientes…volveremos.

Tortuga 

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